jueves, 16 de febrero de 2017

Guns and Roses en Melbourne

Por Fabiola H.
Era alrededor de 1992 el año  en el que gracias a mi hermana Marbella, que cursaba la preparatoria, escuchábamos a Guns and Roses diariamente. No había escapatoria en el ala del departamento donde mis dos hermanas y yo teníamos nuestras habitaciones.  Mi otra hermana, Orquídea, que en ese momento estudiaba una ingeniería en la Universidad, se enojaba pues los estridentes solos de Slash desviaban su atención mientras estudiaba microbiología. La recámara de Marbella estaba cubierta de pósters, recortes de periódicos y demás afiches. Era un museo de Guns and Roses que fascinaba y encolerizaba a mi padres  al mismo  tiempo.   Mientras los días transcurrían, pasábamos las tardes frente a la televisión con la  videocasetera lista esperando que November Rain hiciera su aparición para correr y presionar REC.

Yo tendría unos 11 años a lo mucho, me deslumbraba  la rebeldía de aquellos músicos que con sus cabellos largos, aretes y tatuajes, retaban a los más conservadores y ponían a mi papá con los pelos de punta. En ese momento tenía vagas nociones del inglés, no entendía ni una palabra de lo que decían, además, las letras eran demasiado adultas para comprenderlas, sin embargo, sus melodías eran tan pegajosas y los videos tan cursis que embelesaban a cualquier joven puberta y  que decir de los shorts ajustados, el cabello perfectamente alaciado de Axl,  su baile de la “serpentine”, la interrogante ¿Cómo es el rostro de Slash? así como el cabello oxigenado de Duff McKagan; siempre rodeados de super modelos,  esas chicas con cigarillos de piernas largas y tremendos implantes que no podían faltar a lado suyo.  Al crecer en una familia ultra conservadora, la idea de pertenecer a ese grupo de  trangresores resultaba bastante seductora.

Con tantos cambios en la vida adolescente, la impresión de que las cosas pequeñas de la vida siempre seguirán ahi, que la vida no cambia, nunca nos dimos cuenta que Guns and Roses de pronto dejaría de existir después del tremendo fracaso de The Spaghetti  Incident. Fue una gran desilusión pues sólo tenía una canción digerible para las niñas fresas como nosotras que con sabernos Since I don´t have you, nos sentíamos  redimidas como fans.

La escena del rock mermaba poco a poco dejando su lugar en MTV al grunge, las boy bands, las girl bands y todo lo que siguió. A los rockeros no les quedó más que reinventarse como los Chilli Peppers, retirarse dignamente, resignarse a pertenecer a los clásicos o caer en lo patético. Guns and Roses optó por desaparecer después de varios problemas internos debido a las drogas, mujeres, alcoholismo, actitudes o simplemente hartazgo.

Algunos años después, Axl reapareció, pero una reunión parecía imposible. Él  mismo respondió al ser cuestionado sobre un posible reencuentro con  Slash: “No en esta vida” (Not in this lifetime).


Y volvieron a pasar los años, me casé, tuve hijas, me fui a vivir a Melbourne, Australia, comencé a arrugarme, a tener canas,  mi papá aprendió a  ignorar a los greñudos que tanto odiaba,  mi hermana  se hizo toda una ejecutiva, Axl también cambió bastante fisicamente pero la música de Guns and Roses siempre siguió tan presente como cuando  grabábamos los videos y los especiales como Unplugged. Sus canciones ilustran perfectamente varios episodios de mi vida y así, sin pensarlo ni quererlo, se han convertido en parte de mí. Si mi vida tuviera un soundtrack, Guns and Roses tendría los mayores créditos.

 Hace un par de años vino Axl  a Melbourne con “su” Guns and Roses y fuí con mi esposo. Axl se veía completamente fuera de forma, desconectado y la audiencia era muy pequeña. Yo como buena fan, me sentí muy contenta de estar ahi. Grité, canté y  jamás me imagine que en unos años pasaría lo inimaginable

Los rumores sobre una posible reunión que coincidía con el divorcio de Slash aumentaron. Varias dudas comenzaron a despejarse y la villana se volvió Perla Hudson, la ex esposa de Slash, para mí, fue la causante de una de nuestras mayores alegrías, si no hubiera desbaratado a la banda, jamás habria ocurrido este encuentro mágico, probablemente Guns sería una banda patética como Poison ahora, que toca en rodeos y hace realities para permanecer vigente.







Después de mucha especulación, Axl, Slash y Duff anunciaron al mismo tiempo que Guns and Roses estaría en Coachella. Lloré, grité, brinqué y esperé el día pero había un dejo de desilusión. ¿POR QUÉ COACHELLA? Un festival de hipsters que no tendrían la más mínima idea de las leyendas que estarían viendo y que efecivamente al llegar el día,  no supieron como reaccionar con Whole Lotta Rosie, ignoraron el famoso grito de Angus! después del riff cuando el guitarrista de ACDC subió para deleitarlos sin merecerlo.

Pero estamos hablando de Guns, una banda completamente extraordinaria, su regreso a los escenarios no iba a ser tan vulgar como un festival de música para adolescentes. Guns decidió reunirse por primera vez en el lugar que los vió nacer, con una audiencia pequeñísima de verdaderos fans en un bar de mala muerte llamado The Trovadeaur. Hubo mucho hermetismo, todos estábamos al pendiente de alguna imagen o video grabado clandestinamente, sólo nos enteramos  que tocaron bien y que Axl se fracturó un dedo del pie, lo que lo llevó a presentarse con el pie enyesado sentado en el trono de Dave Grohl en todos los conciertos que siguieron.

Pasaron varios meses sin saber si vendrían a Down Under. Se presentaron en mi México, vi con celos a todos mis amigos disfrutando del concierto a través de sus posts en las redes sociales.  Unos meses después, llegó el día en que   tuve en mis manos los boletos para verlos en Melbourne Cricket Ground. Era un sueño y más sueño que al pagar los boletos recibimos un upgrade automático  a la siguiente sección del estadio. Estaríamos relativamente cerca, pero yo, con el hecho de estar ahí, en su único show de Melbourne me daba por bien servida aunque me hubiera tocado  en las pajareras.
Llegó el 14 de febrero de 2017, me puse mi  playera de Guns and Roses y llegamos al MCG, vimos a Wolfmother primero; nos decepcionó bastante el sonido. Daba la impresión de estar escuchando a unos músicos de garage rockeando en un festival escolar. El MCG estaba medio vacío. Ignorábamos que se llenaría y que sería uno de los conciertos más concurridos en la historia del MCG. Cerca de las nueve de la noche, la voz de Mcbob, su roadie de hace 30 años,  gritó SYDNEY!! Seguido por un fuerte abucheo de la concurrencia y es que no hay peor insulto para un Melbourniano que compararlo con un Sydneysider, peor aún, confundir las ciudades.




It´s so Easy fue la primera canción, después no sé, me perdí y me reencontré llorando emocionada mientras tocaban Estranged. Era mi sueño musical, una de las cosas que tenía que hacer antes de morir, mi canción favorita y Axl, Slash y Duff en frente de mi, frente a un estadio lleno que coreaba todas sus canciones. Todos los presentes, de entre 30 y 50 años no dábamos crédito a lo que veíamos. Nuestras voces se unieron varias veces, la piel se enchinaba al  escuchar al MCG retumbar con Knocking on Heavens Door o Live and let die,  aplaudíamos al ver a Slash dando vueltas, a Axl haciendo sus pasos tan característicos y a Duff tocar punk. Angus se unió a la fiesta e hizo estallar al MCG, yo creo que nadie en el mundo podría haber apreciado ese momento como los australianos lo hicieron.  La noche llegó a su fin con una explosión increíble de fuegos artificiales mientras coreábamos al unísono Paradise City.




Salimos de ahi apresurados para tomar el último tren a los suburbios. Aún sin creer lo que habia pasado me dormí en el trayecto a casa. Hoy, veo los videos que torpemente grabé ayer  para cerciorarme que esto ocurrió y que estuve frente a ellos. Que al ritmo del heavy metal el tiempo se hizo  nada una una vez más, tres horas o 25 años, da igual. Hoy me doy cuenta que  la nostalgia es parte de la vida misma y del proceso de crecer, que daría cualquier cosa por estar  frente al televisor con mi hermana esperando algún video que grabar mientras mi papá nos grita exasperado:¡ Quiten esos pinches greñudos! en tanto que mi mamá en la cocina hace magia con los ingredientes para deleitarnos con sus platillos que eran parte del día a día y que ahora son sólo un recuerdo preciadísimo y al pensarlo, imagino que mi hermanito no ha crecido y sigue jugando a los playmobil mientras se chupa el dedo pulgar, que mi otra hermana limpia sus lentes para seguir estudiando,  que nuestra mayor preocupación es que el locutor hable antes de terminar la canción que estamos grabando en Radioactivo, que seguimos soñando como en esos años, que somos jóvenes y libres, que nuestra vida no se acaba lentamente...


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