viernes, 14 de julio de 2017

Una ventana a la riqueza natural y cultural de México.



Chiapas es parte de la riqueza natural y cultural de México. Muchas veces concebimos un país como un todo, cuando en realidad está conformado por varias partes. Esta aseveración se puede observar fácilmente al viajar por México. La geografía de Chiapas está compuesta por montañas, valles y llanuras. Por lo tanto, Chiapas es hogar de miles de especies animales y vegetales.


Uno de los íconos de Chiapas y la primera parada obligatoria es el Cañón del Sumidero. Lo primero que debes de hacer es dirigirte a Chiapa de Corso, desde donde parten las lanchas que te llevarán a conocer uno de los espectáculos naturales que ofrece esta región. Antes de iniciar mi aventura, decidí desayunar en uno de los restaurantes que hay ahí cerca. La comida es exquisita y hay una gran variedad de frutas.

Por cierto, les recomiendo enormemente llevar una gorra o sombrero para cubrirse del sol. El paseo dura aproximadamente una hora y las lanchas no cuentan con parasol. Claro que durante el camino ni cuenta te darás de si te estás quemando o no porque quedarás maravillado con los paisajes. Si tienes suerte podrás ver a los cocodrilos tomando el sol, monos jugando en los árboles y varias aves en el borde del desfiladero.

Curiosamente llega un punto, antes de volver, en el que te encuentras con otros botes que fueron adecuados para poder vender botanas y bebidas. En México para bien o para mal, siempre habrá quien te venda comida, así sea a la mitad de un cañón. Durante el recorrido también verás cuevas y pinturas rupestres. ¡Todo un espectáculo!




Ya hablamos de la naturaleza, ahora hablemos de la riqueza cultural. Mi segunda parada fue San Cristóbal de las Casas.  Esta ciudad se encuentra a una altitud de más dos mil metros sobre el nivel del mar por lo que tan sólo el recorrido para llegar ofrece una vista impresionante. Tomé una camioneta tipo van, en la que caben alrededor de 8 personas. La carretera te muestra todo el valle, y si el clima lo permite, el rango de visión es muy amplio. ¡Te sentirás entre las nubes! Y si le tienes miedo a las alturas, también llegará un punto en el que te preguntarás si llegarás con vida hasta allá arriba; en parte porque en general en Chiapas se maneja muy rápido.

San Cristobal de las Casas es una ciudad donde conviven armoniosamente el México indígena y el México moderno. Sus calles de la época de la conquista, los edificios de estilo colonial, la población indígena, los turistas de todas partes del mundo y los paisajes naturales se combinan para formar una atmósfera única. Lo primero que llama la atención, es escuchar a la población local, vestida con trajes típicos, hablando la lengua tzotzil. Se escucha en cualquier esquina, en los mercados, vaya, tan utilizada es que hay quien va hablando por celular en tzotzil.




Si eres mexicano o proveniente de otro país donde también hay un gran número de lenguas nativas, quizá no te sea algo raro. Al final de cuentas estamos conscientes de que estos idiomas existen. Pero Chiapas es diferente, en Chiapas la gente es libre de hablar lo que ellos quieran. No es una lengua estigmatizada. Nadie habla en voz baja, nadie se oculta al hablar. El español se utiliza como lengua franca pero definitivamente no es parte de la localidad. Vaya que hasta las bocinas que anuncian algún producto, reproducen el audio en tzotzil.

¡Los paisjes naturales que ofrece Chiapas son maravillosos!
Ahora que, si lo tuyo es la aventura y quieres ver todavía con más profundidad la sociedad indígena de México, tienes que visitar San Juan Chamula. Lo que más turismo atrae a este pueblo es el templo. Se trata de una construcción de estilo colonial, similar a muchísimos templos católicos de cualquier región de México, pero su interior es completamente diferente. Para entrar necesitas pedir permiso en la alcaldía, pagar tu cuota y eso sí, POR NADA DEL MUNDO sacar tu cámara fotográfica. Este pueblo a pesar de ser parte de México, está regido por sus usos y costumbres así que, si algo llegara a pasar, la policía no podrá hacer mucho por ti.

Una vez dentro, notarás que el piso está completamente cubierto con hierbas, no hay luces artificiales y toda la iluminación está a cargo de cientos de veladoras que la gente va prendiendo a su santo. ¿Cuántos santos hay y exactamente por qué se les reza? Les voy a deber esa respuesta. Cada tres pasos encontrarás un altar con un santo diferente. Es algo espeluznante al principio, a decir verdad. En primera desde que llegas al pueblo te sabes foráneo y todas tus acciones son seguidas por los ojos de los lugareños. Tú eres la minoría en este pueblo, no hablas la lengua, tu vestimenta es diferente, tu fisionomía, todo en ti. Dentro de la iglesia había una señora arrodillada a la mitad del edificio, tenía cataratas en los ojos, sus cabellos eran grises y además gritaba (o rezaba), algo incomprensible para mis oídos y en un tono de expiación profunda mientras movía algunas hierbas y prendía incienso.

Vale mucho la pena, a pesar de ser algo totalmente nuevo y diferente, te dejará con un gran sabor de boca. De vuelta a Chiapas en general, la gastronomía es deliciosa. No olvides visitar el zoológico (no es el clásico zoológico lleno de jaulas) y también aventurarte hacia la frontera con Guatemala. Ahí hay unos lagos y cataratas que te dejarán con la boca abierta, de las cuales ya hablaremos en otra ocasión.



Por Dante Rojas
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