Planear un viaje requiere de mucho esfuerzo. El proceso comienza desde la visualización; escoger un destino, investigar precios, ver fotos y contar tus planes a tus conocidos. Después viene ahorrar, pensar todos los días en la cuenta regresiva, los nervios y la expectativa. Es una actividad que te tiene ocupado y que le da un sentido a tu vida, como bien se expone en la teoría filosófica de la logoterapia.
Planear un viaje es un poco ir en contra del destino; demostrarse a sí mismo que la construcción de nuevas experiencias está en tus manos. Viajar es un triunfo, una medalla para el objetivo logrado. Aunque todos tenemos un objetivo en común, que evidentemente es viajar, cada quién sabe de qué pequeños escalones está conformado ese viaje. Puede ser el simple hecho de salir de tu zona de confort; enfrentarte a un nuevo idioma, desprenderte de tu comida favorita, pocas horas de sueño, el cansancio de la aventura, y varias cosas más (puedes leer El lado B de viajar).
En los viajes podemos hasta encontrarnos a nosotros mismos. |
Y después de este recorrido viene la recompensa: el viaje en sí, todas esas experiencias tendrán un impacto positivo en tu vida, que te ayudarán a ver al mundo con otros ojos, los nuevos amigos, los nuevos sabores, olores, etc. Desafortunadamente, los estímulos son muy fuertes y muy seguidos, pero terminan abruptamente; el descenso comienza desde que tomas el transporte de regreso. Durante el viaje la adrenalina recorrer tus venas, bombas de serotonina impactan en tu cerebro. Vaya, te enfocas hasta en el azul del cielo o la forma de las nubes, la forma de todos los edificios, el actuar de las personas, es como un nuevo despertar.
Hay dos factores muy importantes cuando regresas a casa que influyen en tu estado de ánimo. Primero, bienvenido a la monotonía: No hay tiempo de voltear a mirar el cielo, la gente está igual de ocupada que tú, el estrés de tratar de ser puntual a tus citas, el tráfico. ¡Es como atrapar a un animal salvaje y meterlo dentro de una jaula para un circo de la ciudad! Acéptalo, en tu ciudad ni estás de vacaciones, ni hay tantos lugares o experiencias nuevas que te puedan emocionar.
Segundo, ya no eres el mismo de antes. Tus ojos vieron otras maneras de actuar, tu boca probó otros sabores, ahora conoces nuevas sensaciones. Sabes que no todo el mundo ve la vida de la misma manera. Sí, es cierto que llegaste a casa y hay cosas que añorabas y que morías por volver a hacer. También es cierto que ahora que aprendiste otras costumbres, te encantaría incorporarlas a tu vida. No sólo eso, morirías por que se adoptaran en tu país.
Cuando regresé de Rusia, (tienes que leer Introducción a Rusia para comprenderlo mejor) me dio por tomar té a todas horas. Era delicioso comer con té o echarse una taza caliente para pasar la tarde. No sé en sus países, en México no es común. Sí hay quien tome té, por supuesto, pero el café es más popular y por mucho. Además, normalmente a la hora de la comida se toma agua fresca o refresco, cerveza, café, etc., pero raramente té.
Y así hay miles de ejemplos más. Después de convivir con la sociedad nipona, por ejemplo, mi país me pareció el más caótico del mundo. Vaya que no voy a engañar a nadie, con y sin Japón, tenemos mucho por avanzar en cuanto a civilidad se refiere, pero después de ver y vivir el cómo podría ser, uno empieza a divagar e imaginar todas las posibilidades que podrían implementarse en la ciudad.
Además de todo lo anterior, seguro al leer mis últimos párrafos te sucedió: uno queda como traidor a la patria por preferir otras culturas, otros usos. Con todo el sentir que traes desde tu último viaje, tampoco es que se lo puedas contar a todo el mundo, en especial a quienes no han viajado. Los demás solo te escuchan como “el tipo presumido” que reniega de su cultura. Terminas hasta un poco ajeno porque incorporas a tu vida mejoras que consideras te hacen un mejor ciudadano del mundo. ¡Ni te preocupes! La diferencia entre presumir y compartir está en la relación que tienes con la otra persona. Si es alguien que te quiere le dará gusto compartir tus logros y se sentirá inspirado por tus historias, si no, pues serás solo un presuntuoso que logro viajar a equis lugar.

Y si a todo esto le aumentas que a lo mejor conociste a una o varias personas especiales durante tu viaje, el momento de decir adiós es brutal.
En fin, no permitas que está depresión afecte tu vida. Mejor dedícate a planear la nueva aventura. ¿A dónde te gustaría ir? ¿Qué experiencias quieres tener? ¿Qué nuevo sueño te gustaría crear?
¡Escríbenos tus opiniones, nos encantaría leer tus experiencias!
Por Dante Rojas
