A un par de
horas de Melbourne Australia, hacia la Península de Mornington, encontramos,
unida por un moderno puente a la tierra, una isla que se ha vuelto famosa por
todo lo que tiene para ofrecer.
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Relájate observando las olas en The Nobbies |
Phillip Island.
Cómo llegar:
Desde
Melbourne lo más recomendable es llegar en auto siguiendo la
autopista M1 con dirección a Warragul y
seguir los señalamientos hacia Phillip Island, que créanme, hay bastantes ¡no te vas a perder! En transporte público se puede llegar partiendo desde la estación Southern Cross
hacia Koo We Rup, donde abordaremos un autobús regional para seguir con nuestra
travesía hacia Cowes, el suburbio más céntrico de la isla. Si te sientes
con ánimos de aventurarte, puedes tomar el tren suburbano desde la estación Southern Cross hasta
Frankston y de ahí tomar otro tren regional hacia Stony Point. De Stony Point
sale un ferry directo hacia Cowes. Ahora que, si la plata no es ningún problema
para ti, puedes llegar en helicóptero. Hay compañías que organizan vuelos saliendo del aeropuerto de Essendon en
Melbourne.
Alojamiento:
Existe una
gran variedad en alojamiento, desde parques para acampar, hasta
hoteles spa lujosos pasando por Airbnb y Bed and Breakfast en cottages
históricos perfectamente bien ubicados y decorados.
La primera vez que visité Phillip Island fue hace 8 años. Llegamos a un Bed and Breakfast
(posadas generalmente en casas privadas que brindan alojamiento y desayuno).
Fuimos a los parques a admirar la fauna, a la playa y en general la pasamos
muy tranquilos. Esta vez, regresamos con dos niñas, nos alojamos en un hotel llamado
Phillip Island Apartments que recomiendo ampliamente. Por favor, no se pierdan el restaurante italiano
Pino's. Cuando entras a un restaurante italiano atendido por italianos, con
italianos comiendo en el lugar sólo significa una cosa: ¡la comida es buenísima!
Parques
naturales y el desfile de pingüinos:
Como ya les
había mencionado, la primera vez que vine, fue hace 8 años. Los sitios cambian
con el tiempo y Phillip Island no es la excepción. Los parques de conservación
y de observación están tomando un giro que sinceramente no me gusta. Voy a comenzar con el
parque de conservación de los koalas.
La primera vez que vine, los koalas se encontraban en plena libertad. Subían y bajaban de
sus árboles a placer, andaban por los barandales, se dejaban fotografiar por
los turistas y existía una convivencia
pacífica y respetuosa. Lamentablemente esto cambió pues ahora los koalas tienen
barricadas que les impide acercarse a los turistas o viceversa. Y sólo de ver a
una familia con la que desafortunadamente me tocó compartir tiempo y espacio no es difícil saber el por qué.
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Qué no hacer en el centro de conservación |
El centro de conservación de los koalas es hogar de varios ejemplares de la fauna australiana, no se limita únicamente a los koalas, también verás wallabies, son canguritos en miniatura, canguros estándar, echidnas (animalitos muy similares a los puercoespines) y
Kookaburras (los pájaros violentos que roban salchichas, ¿recuerdan cuando
acampamos en Wilson´s Prom? ). A pesar de que ahora los koalas están aislados se pueden observar perfectamente. Duermen
casi todo el día por lo que verlos moviéndose es todo un espectáculo. Hay que seguir algunas reglas como no gritarles, no mover los árboles
y no tocarlos porque te pueden dar una rasguñada o un mordisco que te vas a
arrepentir de jugarle a Don Picudo y de habérteles acercado. El
lugar es muy bonito, a lo lejos se ven aves, canguros, un lago, y hay mesas para
picnic, bancas para sentarte, una cafetería
y un centro de información.
Los pingüinos del hada o pingüinos azules son los más pequeños que existen. Habitan en Nueva Zelanda y el sur de Australia. En Phillip Island está el santuario más famoso. Los pingüinos vuelven a casa después de algunos días en altamar cazando. Salen en grupos del océano, titubean un poco cuando ven a las gaviotas acercarse a ellos, vuelven a las aguas, juegan en la espuma y se retiran a sus madrigueras donde sus crías los esperan.
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Los pingüinos azules o pingüinos del hada |
Les
recomiendo comprar sus boletos por adelantado en internet, pueden escoger dos,
tres, cuatro atracciones, les dicen el bundle y así conseguir buen precio. En el bundle que compramos venía incluído el acceso al
desfile de pingüinos y el santuario de los koalas. Hay que llegar al anochecer, eso depende de la estación
obviamente, en verano más tarde que en invierno. Encontraremos dos tipos de entrada, la
general y Penguins plus. Con la general es más que suficiente pues de todas
maneras está estrictamente prohibido tomar fotos te sientes donde te sientes.
Llegamos al área de la playa, caminamos un poco y vimos las gradas. Te
recomiendo que entres inmediatamente, cenes antes o después porque se atasca.
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Gradas para ver a los pingüinos |
Lo feo:
No quiero ni es mi intención alimentar algún prejuicio hacia los turistas asiáticos, en particular los chinos, pero fue muy difícil ver su interacción con los animales, su falta de respeto por el medio ambiente y su falta de empatía para con los seres vivos, incluyendo otros turistas. Es decepcionante decir que de un montón de turistas de todas las nacionalidades que se les ocurran, los únicos que causaban problemas al no acatar las reglas eran los antes mencionados a pesar de que las repiten en mandarín y cantonés para que no salgan con que "no entendí".
La primera
vez que vine, había muy poca gente comparada con esta vez. Al llegar
vi con un poco de tristeza autobuses y minibuses llenos de turistas que incivilizadamente se colaban en las filas, ya fueran filas para
comprar un café o para entrar.
Llegamos a las gradas, nos sentamos y esperamos. Comienza a obscurecer, se hacen honores a los aborígenes, dueños de la tierra australiana y dicen las reglas en inglés y en chino (no te preguntes el por qué). En cualquier momento, los pingüinos saldrán del mar.
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Tamaño real de los pingüinos |
Se
pide que por favor guardemos silencio y no se tomen fotos porque esto puede asustar a los pingüinos y alterar su
rutina. Bueno, pues parece que les dicen ¡ovacionen de pie a los pingüinos
cuando los vean! Es fácil darte cuenta cuando sale el primer grupo, a pesar de la obscuridad y de su tamaño pequeño, sientes como si China acabara de anotar gol en el Maracaná. Los turistas se paran, gritan, flashazos por aquí y por
allá. Los pobres jóvenes que trabajan
para salvaguardar el orden corren de un lado a otro sentando gente, pidiéndoles
que guarden sus cámaras y que se callen. Es muy difícil apreciar el espectáculo
que la naturaleza nos está dando cuando tienes unas nalgas enfrente de ti (y
para rematarla, planas) que no acatan las reglas y se ponen de pie cada 3 minutos.
Comprendo que están emocionados, pero ¡caramba! Todos tenemos derecho a
disfrutar. Lo peor es que como el fulano de adelante se para, el que sigue se
para también y como sutano tomó una foto, yo también. No lo hagan ¡Respeten las
reglas que por algo están!
Después de
ver tres o cuatro grupos de pingüinos emerger del agua, decidimos irnos porque ya estaba que en
cualquier momento me paraba a cachetear a alguien, ya saben que los latinos
somos de sangre caliente, estaba de muy
mal humor. Al salir también se pueden apreciar los pingüinos más de cerca
porque sus madrigueras están atrás de las gradas. Los baños no están lejos de
las gradas, lo menciono porque a una mamá de ese preciado grupo de turistas se
le hizo fácil poner a su hijo a orinar ahí, en un arbustito. Eso, más la basura
que dejan, aparte de que salen gritando y tomando fotos obviamente que hasta los pobres tipos
encargados de la seguridad amenazan a los turistas con que los pingüinos
muerden bien fuerte para que los dejen en paz; fueron motivos suficientes para arruinarme la visita.
No disfruté del desfile de pingüinos esta vez. Quizá porque la primera vez que
fui, había más pingüinos y menos gente… no lo sé…
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Tienda de souvenirs |
No quiero
que se malinterprete mi entrada. Phillip Island es un lugar hermoso, ideal para
observar fauna en su hábitat natural, es tranquilo, precioso pero el desfile de pingüinos es un claro ejemplo de
cómo el turismo descontrolado puede arruinar un sitio. No está mal que los
niños y adultos entren a ver a los pingüinos, está mal que las instrucciones no
se sigan ya no al pie de la letra, que se ignoren en su totalidad. Que la avaricia de meter más
y más gente resulte en una marabunta incontrolable y que las personas que acudimos con la genuina intención de estar en contacto con la naturaleza, no disfrutemos porque los demás compiten por tener las mejores selfies a costa de los demás y de los animales. Ojalá pronto encuentren un equilibrio. Mientras eso ocurre, seguiré yendo a Phillip Island a disfrutar porque es un volado, bien puede cambiar para bien, como empeorar.
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Por Fabiola Hoffmann
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